8 de maig 2012

"La izquierda radical nos declara la guerra."

Javier Martínez Moyà.- En carne propia lo hemos sufrido, lo hemos vivido, hemos visto como otros lo sufrían. Discriminados, amordazados, apenas sin ninguna repercusión mediática. Su clave, el miedo. Si cedemos ganan el partido, si seguimos quietos damos pie a que ellos sigan con su campaña de coacción contra nuestros compañeros de trinchera.

Hoy existe un miedo, un miedo terrible, que ha hecho que los partidos convencionales e históricos hayan tenido que cambiar, lo lamentan, lo sienten, les revuelve el estómago. Los han puesto contra la pared, el pueblo empuña hoy la espada y ellos se ven impotentes frente a un pueblo que empieza a despertar y a tomar conciencia.
No es un error de los jóvenes de ultraizquierda el apuntar únicamente a PxC, lo más obvio es que atacaran al PP o al PSOE, pues ellos han arruinado nuestro país, utilizando como si de basura se tratara a los inmigrantes. Ayer los trajeron para rebajar las condiciones laborales, sirviéndose de masas humanas de escasa formación para poderlos servir (en clave económica), como una masa de esclavos ante las multinacionales apátridas.
Hoy les quitan la tarjeta sanitaria, después de haber contribuido a la economía sumergida, haciendo ganar millones y millones de euros a personas privadas. Estos no son considerados racistas -PP y PSOE- por los jóvenes de ultraizquierda, siendo que estos no sólo son xenófobos, sino que simplemente entienden el pueblo como una unidad homogénea en la cual las personas son sólo números. En este mismo saco entra la ultraizquierda, que no deja de ser parte del mismo problema: el sistema. Un sistema en el cual hay diversidad de corrientes, pero todas ellas provenientes de un mismo río. Entre ellos pactan, entre ellos arruinan el país y hacen oposición contra aquellos que realmente plantan cara al sistema, en este caso la PxC.
Por ello sufrimos constantemente la coacción. El acoso radical empezó en las municipales, carteles equiparando a ciertos alcaldables (actualmente concejales) con las muecas más ásperas de los autoritarismos reaccionarios de la historia reciente de España. Durante las generales nos vimos coaccionados en cada acto, llegando a necesitar resguardo policial hasta en en el acto celebrado en el lugar más recóndito de Catalunya y finalmente: la agresión. Hay que recordar que no es la primera, pero si la más brutal.
Actúan a sus anchas, el sistema les protege. Son los mismos que se cargan todas las expresiones populares (huelgas, manifestaciones, marchas) tiñéndolas de banderas de izquierda y de violencia. Los mismos que se creen unas milicias callejeras que cada vez nos recuerdan más a las checas de Madrid. Ellos son los que gozan de sus libros en los estantes, los que son legales, los que siempre salen de prisión en tres o cuatro días. Ellos son parte del sistema. Son el sistema mostrando su peor faceta: la vanguardia de la decadencia.
Están nerviosos, y para parar el avance de un discurso realmente social que rompa con los esquemas de este podrido y obsoleto sistema, movilizarán a toda su lacra social para acabar con ese discurso, del cual tanto Alberto, como yo, como 75.321 catalanes formamos parte.
Contra ello, no sólo podemos poner una denuncia. Debemos salir a la calle, plantarnos en sus respectivos ayuntamientos y exigir que se termine ya con esta oleada de violencia. Una violencia que lo único que persigue es acabar con la voluntad soberana del pueblo.

*Militante de Plataforma per Catalunya (PxC) en Arbeca (Lleida). 
Fuente del artículo: http://www.alertadigital.com/2012/05/04/la-izquierda-radical-nos-declara-la-guerra/